miércoles, 23 de diciembre de 2009

LA CAJA DE PANDORA DE WEDEKIND 1










MI VERSION DE LA CAJA DE PANDORA

En primer lugar tengo que explicar el porqué de la elección de esta obra. Una de las razones principales es por el personaje protagonista de la obra, Lulú, que hoy en día sigue siendo una especie de icono. Pertenece a la clase de mujeres fatales, que unidas a un destino lleno de fatalidad, tienen que sobrevivir para no ser aplastadas por una sociedad en la que el papel de la mujer está absolutamente dominado por la figura masculina, machista y controlador, y que utilizan a las mujeres como si de sus muñecas se tratase.

En este sentido el retrato que Wedekin hace de los mundos burgueses, y el escándalo que esta supuso para las gentes de la época que veían ante sus ojos la sociedad corrupta de la que eran partícipes, convirtieron la obra del autor alemán en punto de censuras.
¿Pues qué no había hecho Wedekind sino destapar la caja de los vientos, esa caja de Pandora que da nombre a la obra?. Todos los ricos aburguesados corruptos se le echaron encima y la obra se encontró con numerosas trabas para su puesta en escena. Aún así lo consiguió y con ello llegó la ira de aquellos que se Habían puesto como objetivo” ver entre rejas” a nuestro autor.

Todos estos puntos la hacían muy interesante para hacer una propuesta de la obra, propuesta que tardé en llegar a ella, si empezamos diciendo que es un texto complejo lleno de simbolismos y las numerosas subtramas que acompañan al principal de la obra.
De las dos elegí La Caja de Pandora porqué es cuando empieza el declive de Lulú y sus amantes. Es el momento en el que todo aquel que vive en el círculo de Lulú se ve arrastrado por la fatalidad, así el subtítulo de la obra es Una Tragedia Monstrua. La palabra monstrua nos habla de algo que va mucho más allá de la terrible, nos habla de monstruos, pero, ¿quiénes son los monstruos?, ¿Lulú?, ¿o acaso son los que se dejan arrastrar con ella?. Para mi el monstruo claramente es la sociedad, su sociedad de ese momento que no ve con buenos ojos ciertas cosas y que va errando a cada instante.

Vemos también siguiendo un análisis de la obra de Wedekind, que Lulú no es una obra casual, sino que va muy unida a su propia vida. Esos burdeles que tanto le gustaba frecuentar al propio autor, allí pudo encontrar a Lulú, pero lo que resulta más relevante es que allí estaban Shön padre o hijo, o incluso que la madame pudiera ser la mismísima Geschwitz enamorada de su prostituta predilecta, Lulú.
Ese es el mundo que nos enseña, como si fuera un escaparate, o mejor dicho como un inmenso espejo en el que la sociedad burguesa se veía tan reflejada que les dolían los ojos.
Lo que nos cuenta Wedekind no es una fábula, ni la historia de una prostituta, o de si es una asesina o no lo es. Lo que nos cuenta el autor de Hanover es la realidad una de tantas que seguro vivió, no obstante la obra le ocupó veinte años de su vida.
Realmente si seguimos el deseo del autor las dos obras se deberían ejecutar unidas con el nombre de Lulú, pero esto la convierte en una obra de interminable duración y ningún teatro la hubiera puesto en escena.

He hablado de la dificultad del texto, tanto del punto de vista interpretativo, monólogos y diálogos extensos, como del simbolismo con el que juega Wedekind. Sin embargo, hay que destacar que es un texto rico en imágenes poéticas y descripciones hechas por los propios personajes llenos de interés desde el punto de vista del diseño tanto de la escenografía como de los personajes.

A lo largo de las muchas lecturas realizadas se iban desprendiendo del texto ideas y conceptos, así como frases que iban a desembocar en la materialización del decorado, los trajes y las luces.
Se podía partir desde dos puntos de vista para el diseño de la obra: uno desde el punto de vista crítico que a través de los numerosos personajes hace el autor, otro desde el punto de vista de Lulú y todo lo que le rodea.
He preferido destacar el segundo de los aspectos sin dejar a un lado el primero, no obstante están íntimamente ligados, ya que primero la sociedad burguesa pone a Lulú en un pedestal para luego bajarla a empujones y dejándola en la miseria más triste.

Pero, ¿cómo debía ser ese decorado en el que mover a estos personajes?, no podía ser un espacio cualquiera, un mero acompañamiento. Debía ser un espacio de gran simbolismo, que encajase en la obra y que ubicara a los personajes en el complejo mundo en el que se mueven.
Y por eso utilicé una palabra puesta en boca de Rodrigo Cuast, esa palabra es ratonera. Esto unido a las alusiones al mundo del circo y el espectáculo iban conformando la escenografía.
Así de este modo la escena toma la apariencia de una ratonera en la que todo es pared y solo hay un hueco para entrar o salir. Este escenario es además circular como las pistas del circo por el que desfilan toda serie de personajes y en el que se juega a ser trapecistas pero sin red. Esta idea queda remarcada por la presencia de Rodrigo Cuast, Hombre culturista del mundo del espectáculo.
Las paredes del decorado están revestidas de un material que reproduce la apariencia del mármol blanco-grisaceo. Este material nos habla de la frialdad de Lulú y de la sociedad.
El decorado es por tanto un espacio ahogante, no deja ver el cielo, por tanto elimino toda esperanza de salvación, se anuncia desde el principio que no va a pasar nada bueno.

He eliminado todo elemento superfluo que no aportara nada a la obra. Todo lo que he utilizado tiene una simbología, incluso el mobiliario apenas existe.
Un elemento que he convertido en un protagonista más de la obra es el diván en el que Lulú disparó al Doctor Shön, y este se desangró. Está durante toda la obra presente, pero su morfología es cambiante. Es el terreno de Lulú, donde lleva a sus amantes para conquistarlos y manejarlos a su antojo. En el acto primero todos esperan sentados en ese diván a Lulú que viene de la cárcel, quedan así numerosas ideas asociadas. En el acto segundo se convierte en curvo, es el lugar para relacionarse unos con otros, es el menos agresivo de los tres divanes. En el acto tercero el diván se convierte en el monstruo alimentado por Lulú. Es de proporciones gigantescas, de formas expresionistas que recuerdan a películas como el Gabinete del Doctor Caligari. Por este espacio Lulú vestida de trapecista realiza su última pirueta mortal, sin red alguna que amortigüe su caída. Es su final, muere a manos de Jack” el destripador”.

En el acto primero he diseñado una gran cristalera modernista, con apariencia de hierro. He querido así dejar patente las nuevas tendencias y estilos que acompañaron la Viena Fin de Siglo. La arquitectura de hierro y cristal, presente en las exposiciones universales a finales del siglo XIX, y las vidrieras del modernismo despuntante, en Alemania Jugendstil, de los exteriores e interiores de los edificios de arquitectos como Otto Wagner, quedan así presentes para recibir la llegada de Lulú, marcando y uniendo pasado y presente a través de la arquitectura.
A través de focos en contraluz se consigue en el suelo de la escena, la proyección de los barrotes de la cristalera, recreando así el espacio en el que se encuentra Lulú; la prisión.
Otro concepto que se puede ver a través de la cristalera, es la prosperidad económica y social de la burguesía. Los nuevos ricos reinventan los estilos arquitectónicos y les dan más relevancia a los lugares que habitan ahora mas que nunca.
La principal característica de este estilo es la línea, que unas veces delicada y otras deslizante, con un desarrollo casi siempre asimétrico y envolvente, se transforma de débil motivo decorativo en vigoroso elemento estructural. La decoración casi siempre inspirada en motivos florales, no se utiliza como simple adorno que se añade a los objetos, sino que se convierte en un medio para definir la forma.

En el acto segundo, la fiesta, estamos en un interior parisino. Para este acto el principal elemento que destaca es una hilera de tres columnas Art Nouveau revestidas con un material que simula láminas de platino, convirtiéndose así en además de columnas en espejos que reflejan y multiplican a los actores en la escena. Este es el único acto en el que la abertura del decorado permanece abierto del todo, dejando así pasar la luz.

El significado simbólico de las columnas es de nuevo remarcar el poder y el lujo de los ricos burgueses, a través de las edificaciones y sus ricos interiores vemos el poderío del que hacen gala. Las columnas son el afianzamiento de estos, sus raíces.

El acto tercero es para mi el más interesante de los tres y lo he diferenciado de los otros dos de una manera más notable. Son los bajos fondos, de miseria y prostitución en los que acaban Lulú y sus incondicionales. He querido que el espectador entendiera que lo que ve en el último acto está todo imaginado por Lulú. Todo es producto de su cabeza, materialización de un sueño anunciado en el acto primero al narrar que soñaba a menudo que sería asesinada por un sádico sexual.
Además la he caracterizado de acróbata; pues que es sino Lulú, que juega a vivir al límite sin red alguna que amortigüe sus caídas, y el escenario hace alusión al circo a través de un gran mástil en el que Lulú da rienda suelta a sus juegos.
Señalar también la presencia del diván, tumba de muchas de sus víctimas, convertido e imaginado por Lulú ahora en una gran pasarela en zig-zag de formas marcadamente expresionistas, por la que ésta deambula como una gata esperando lo que ella tanto soñaba, su muerte, que ocurrirá en lo más bajo de la pasarela en rampa, dónde ella no domina ya el juego.
Esta pasarela sale de una gran grieta en las paredes del decorado, símbolo del resquebrajamiento y la decadencia del mundo de Lulú y de los que la rodean. A través de la rendija pasará algo de luz, que se irá perdiendo poco a poco, hasta que la oscuridad sea total. Es el fin de Lulú.

De otra parte, los materiales y los colores están íntimamente relacionados con los personajes. Formas curvas, llenas de sensualidad, describen a Lulú y se alternan con las líneas quebradas típicas del expresionismo.
El mármol, es la apariencia que tiene la mayor parte del decorado, nos habla del lujo, la frialdad y la muerte, tres conceptos muy ligados a la obra. El mármol es el que en la mayoría de las culturas se usado para los mausoleos y tumbas, convirtiéndose el decorado en una especie de templo-mausoleo a gran escala.
He utilizado materiales reflectantes para las columnas.

La utilización del color es otro punto a explicar. Los colores base son el negro y el blanco entendidos como la ausencia de luz y la presencia de la luz respectivamente. El negro es la oscuridad, los bajos fondos y el blanco representa el lujo.
Además del blanco y el negro, he utilizado el gris del mármol y el rojo que representa la sangre, lo pasional.

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